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(IVÁN): NUESTRO PADRE CELESTIAL VE Y AMA INCANSABLE LA ENRAMADA SANGRIENTA:
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valarezo
2010-02-23 06:25:50 UTC
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Sábado, 20 de febrero, año 2010 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador – Iberoamérica

(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


NUESTRO PADRE CELESTIAL VE Y AMA INCANSABLE LA ENRAMADA SANGRIENTA:

En el día del mal en su enramada sangrienta me ocultara; ya que
vivimos en un mundo de la ciencia del bien y del mal, pues sus días
pueden ser en cualquier momento y hasta en lo menos pensando:
engañosos y mortales para cualquiera y hasta para naciones también, es
decir, si no se esconden en su Rey Mesías, ¡Jesucristo! Por lo tanto,
nuestro Padre celestial me esconderá en lo reservado del Santuario del
Testimonio, en donde nadie puede entrar jamás sino sólo él y los que
lo aman en espíritu y en verdad; por tanto, me pondrá sobre lo alto de
una roca fuerte para ver a mis enemigos alejarse de mí, para siempre.

Además, nuestro Padre celestial hará toda ésta gran misericordia con
cada uno de nosotros, en nuestros millares, de todas las razas,
pueblos, linajes, tribus, ciudades y reinos, porque nos ama
grandemente y, además, porque ésta es la morada sagrada y continua/
vigente de su Hijo amado y de su Espíritu Santo, para seguir amándonos
más allá de la eternidad venidera. Aquí, está su Rabino Yeshua
jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, con sus brazos heridos y
extendiéndose día y noche como cruz hacia todo Israel y las naciones,
para ser reconocido como su único amor eterno en la tierra y en el
cielo, por amor a nuestro Padre celestial y cada una de sus grandes
bendiciones sin fin de su Espíritu Santo.

Pues aquí habita nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David, no
solamente desde el día en que fue crucificado, muerto y sepultado en
una roca de Israel, en donde nadie ha sido sepultado jamás, para
vencer grandiosamente al pecado, Satanás y al ángel de la muerte
eterna, para al fin resucitar en el tercer día, por amor a la verdad
eterna. Por lo tanto, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de
David, sigue viviendo resucitado en donde el hombre pecador lo clava a
los árboles cruzados y sin vida de Adán y Eva, para no solamente
vencer todo mal para siempre, sino también para recibir a cada uno de
los hijos e hijas de Dios cada día y para la eternidad.

Pues, éste es un lugar muy precioso para los ojos santos de nuestro
Padre celestial, en el cual nuestro Dios no mueve sus ojos para ningún
otro lado, porque se acuerda grandemente en su corazón santísimo de
cómo su Rabino Yeshua jaMashíax derrama su Espíritu de amor, sanidad,
perdón y vida eterna para todos sus hermanos, de todas las naciones.
Aquí, nuestro Padre celestial nos esconde de los males de Satanás y de
sus seguidores malvados de todos los tiempos, para que ninguna de las
artimañas del infierno jamás nos alcance ni menos nos toque para
siempre, por amor a su gloria y honra de cada día a su hombre
santísimo.

Éste es también el lugar secreto de su tabernáculo del Testimonio, la
entrada a la gloria infinita por la puerta sangrienta que nadie puede
entrar jamás sino sólo Él y su Espíritu Santo junto con sus huestes
angelicales, para bendecir y proteger simultáneamente a cada uno de
todos nosotros, por amor eterno a su Hijo resucitado, ¡nuestro Señor
Jesucristo! En verdad, éste es el lugar más santo de toda la tierra,
por el cual nuestro Padre celestial no despega sus ojos santos de su
lugar eterno, desde el día en que su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro
Señor Jesucristo, es crucificado para establecer “un sacrificio de
amor eterno” y sin igual, para salvación de Israel y de las naciones
también.

Por ello, en el día del mal nuestro Padre celestial nos esconderá en
la morada eterna de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, porque nos ama grandemente para no dejarnos tocar jamás
por ningún mal de Satanás y de sus ángeles caídos, en la tierra ni
menos en el más allá, eternamente y para siempre. Puesto que, la
morada que nuestro Padre celestial le da inicialmente a su Rabino
Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, es en la enramada
sangrienta de Adán y Eva, para recibir con sangre santa y expiatoria
también a sus hijos e hijas de todas las familias de la tierra, para
amarlos infinitamente y así secar las lagrimas de sus ojos para
siempre.

Por lo tanto, el Espíritu de amor y de vida eterna de nuestro Padre
celestial y de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Salvador
Jesucristo, emana amor salvador a cada hora del día hacia todos los
lugares de la tierra, no importando jamás sus religiones y pecados
sino sólo sus corazones, cuerpos, almas y espíritu humano
arrepentidos, para amarlos por siempre. Aquí, nuestro Padre celestial
no solamente guarda a su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, de los males cobardes del enemigo, sino que también a los
que invocan su nombre santísimo con sus labios y creen en sus
corazones que sólo él es su Padre y Salvador de sus almas vivientes,
en esta vida y en la vendiera también, para siempre.

En otras palabras, el mismo Espíritu de amor eterno, lleno de
bendiciones sin fin de milagros y maravillas, sigue vigente en su
mismo lugar de siempre, de la enramada sangrienta sobre el monte santo
de Jerusalén, para seguir amando a todo aquel que se acerque a él,
para pedirle de sus ricas y abundantes bendiciones de amor, perdón,
sanidad y vida. Por esta razón, nuestro Padre celestial desea a cada
hora del día que tomes en tu corazón del Espíritu Santo de amor y de
vida eterna, de la sangre bendita de su Rabino Yeshua jaMashíax,
nuestro Jesucristo resucitado, para no solamente limpiarte de los
males de tus pecados terribles, sino también para sanarte
poderosamente de todas las enfermedades incurables.

Y estos son males infinitamente terribles, de los cuales la ciencia
del hombre no las puede erradicar jamás de tu cuerpo, pero su sangre
santa si lo puede, en un momento de fe y de oración, ante nuestro
Padre celestial, y esto es con tan sólo invocar con tus labios y creer
en tu corazón su nombre santísimo, ¡nuestro Señor Jesucristo
resucitado! Dado que, cuando el Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, derrama el Espíritu de amor y de vida eterna sobre los
árboles cruzados de Adán y Eva, entonces nos sana grandemente también
a cada uno de nosotros de todas las razas, pueblos, linajes, tribus y
reinos de la tierra, para jamás volver a sufrir ninguna enfermedad
mortal, para siempre.

Por eso, nosotros podemos confiar grandemente en los árboles cruzados
de Adán y Eva, los cuales fueron levantados por sus hijos pecadores
sobre el monte santo de Jerusalén, en Israel, para clavar sobre ellos
a quien habían rechazado inicialmente en el paraíso como su Rabino
Yeshua jaMashíax resucitado, para mal de sus vidas y la de sus retoños
en toda la tierra. Además, nuestro Señor Jesucristo se deja clavar por
amor sobre los árboles cruzados y sin vida de Adán y Eva, porque los
pecadores del paraíso (Adán y todos nosotros, sin duda) no podíamos
jamás volver a beber y comer de su Espíritu Santo de sangre reparadora
y todopoderosa: Visto que nuestro espíritu humano inicialmente lo
rechaza por culpa de la serpiente mentirosa.

Y, desde entonces acá, nosotros vivimos día y noche hambrientos y
sedientos del fruto del árbol del amor eterno, el Rabino Yeshua
jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo resucitado, por ello, a cada hora
del día sucumbimos de hambre y secos para entrar en la eternidad del
fuego consumidor de la ira de nuestro Padre celestial, en el infierno
despiadado. Porque ésta es la verdad, de que cada uno de nosotros
muere de hambre y de sed cada día, así como Adán y Eva en el paraíso,
por ejemplo, y esto es morir irremisiblemente por falta del Espíritu
de amor, sanidad, salud y vida eterna del árbol de la vida, el Rabino
Yeshua jaMashíax, ¡nuestro Señor Jesucristo resucitado para siempre!

Por esta razón, nosotros sufrimos los males de las mentiras de Satanás
y de su serpiente cada día de nuestras vidas, porque no miramos sobre
el monte santo de Jerusalén, para ver la enramada sangrienta de Adán y
Eva con su Rabino Yeshua jaMashíax clavado a ellos, para que beban y
coman de él por siempre, de su amor eterno. Porque la manifestación
del amor eterno de nuestro Padre celestial y de su Hijo resucitado,
nuestro Señor Jesucristo, es su misma sangre de siempre, la sangre del
pacto de amor eterno entre Él y Abram y sus hombres bajo el lumbral de
la puerta sangrienta de Salem con el rey Melquisedec ministrándoles
del pan y el vino, para vida eterna.

En la medida en que, cuando nuestro Padre celestial ve la sangre
corriendo sobre los árboles cruzados de Adán y Eva sobre el monte de
Jerusalén, entonces él está viendo el amor eterno que él mismo siente
por cada uno de nosotros, en nuestros millares, de todas las familias
de la tierra, comenzando con Israel, por ejemplo. Y así también cuando
cada uno de nosotros ve sobre la cruz sangrienta y santísima de
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, entonces
nuestra alma viviente ve claramente lo que los querubines ven atónitos
siempre sobre el asiento de la misericordia eterna en el Santuario del
SEÑOR, la sangre del Rabino Yeshua jaMashíax derramada por nosotros,
¡nuestro Salvador Jesucristo levantado!

Históricamente, sólo Satanás desprecia la sangre viviente del pacto
eterno entre nuestro Padre celestial y Abram y sus hombres bajo el
dintel y los dos palos de la puerta sangrienta de Salem, para mal
eterno de los que no creen en sus corazones en esta gran verdad
celestial e infinita en toda la tierra, para amor, perdón, salud y
vida eterna. Sin embargo, para los que creen humildemente en sus
corazones, como Abraham, Isaac, Jacobo y muchos más en el cielo, por
ejemplo, entonces la sangre eterna de nuestro Rabino Yeshua jaMashíax,
nuestro Jesucristo resucitado, los protege poderosamente, llenando sus
vidas de poderosas bendiciones paso a paso y cada día y hasta aún más
allá de la eternidad venidera también.

Y así ya nosotros no tenemos que seguir viviendo hambrientos y
sedientos por el fruto del árbol de la vida, sino que viviremos por
siempre satisfechos de todas nuestras necesidades de cada día en la
tierra y en el reino angelical, por ejemplo, sí tan sólo creemos en el
amor eterno entre nuestro Señor Jesucristo y su Padre celestial. En
otras palabras, desde el día en que nuestro Padre celestial deja que
su Rabino Yeshua jaMashíax sea clavado sobre los árboles cruzados de
Adán y Eva sobre el monte santo de Jerusalén, entonces forma parte no
solamente del Israel eterno sino también de las naciones del mundo
eterno, por amor a su sangre santísima salpicada universalmente sobre
todos nosotros.

Por lo tanto, los ojos sagrados de nuestro Padre celestial, los cuales
nos ven formados en sus manos santas en su imagen y conforme a su
semejanza celestial, no dejan de mirar con mucho amor eterno e
indescriptible sobre los árboles cruzados de nuestros mayores del
paraíso, Adán y Eva, para continuar amándonos grandemente a través de
los siglos venideros. Además, es con éste amor infinito, por el cual
nuestro Padre celestial no solamente nos da su misma vida santísima,
sino también la de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, para no morir jamás ante las mentiras malvadas de la
serpiente y de Satanás, sino también para renacer milagrosamente en su
Espíritu Santo de amor y de vida eterna.

En la medida en que, éste es el Espíritu Santo de amor y de vida
eterna, con el cual no solamente renacemos milagrosamente para escapar
el pecado y su muerte eterna en la tierra y en el infierno, sino que
entramos desde ya a la vida santísima de su nuevo reino sempiterno, La
Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo. Además, es precisamente
éste Espíritu Santo de amor y de vida eterna, el cual emana desde la
morada victoriosa de nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, sobre la enramada sangrienta del monte santo de Jerusalén,
para darnos amor, vida y perdón eterno en estos días y por siempre la
felicidad sin igual en el nuevo reino angelical del cielo.

Además, éste lugar santo de nuestro Padre celestial y de su Rabino
Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, es tan amado en los cielos
por los ángeles y, simultáneamente, tan odiado por Satanás y sus
ángeles caídos por toda la tierra y entre las llamas eternas del fuego
eterno del infierno, porque nos sigue amando grandiosamente y sin
cesar como desde siempre. Aquí es donde nuestro Padre celestial te
oculta del día del mal; aquí es también en donde nuestro Padre
celestial te guarda cada día en su lugar reservado para ti en su
tienda de reunión, para que Satanás y sus malvados de siempre no te
toquen jamás con sus mentiras infernales, para que vivas protegido
siempre disfrutando de su vida santísima.

Aquí también es en donde nuestro Padre celestial te pone sobre todo lo
alto de su roca eterna y fuerte, para que Satanás no te dañe con las
mentiras de sus malvados, sino que también para que veas como se
alejan de ti y para siempre todos tus enemigos, los enemigos de la
verdad, la justicia y el amor eterno. Por eso, no odies jamás lo que
nuestro Padre celestial ama infinitamente cada día con sus ojos y en
su alma santísima y pura, para que siempre te vaya bien a ti y a los
tuyos, por donde sea que vayas por toda la tierra; ciertamente, ésta
es tu única protección eterna del mal en estos días y por siempre.

Visto que, sobre éste lugar eterno, ya sea en el paraíso, en la tierra
prometida, y de vuelta en el reino de nuestro Padre celestial y de su
Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David, hay tanto amor y hasta
sobra mucho más para cada uno de nosotros, en nuestros millares, en
toda la tierra, para bendición y para salvación eterna. Por ello, ama
éste lugar santísimo, en donde se manifiesta tanto amor eterno por una
nación hermana y por toda la tierra también, como nuestro Señor
Jesucristo clavado y sangrando sobre la enramada sangrienta de Adán y
Eva para darnos amor, perdón, sanidad y vida eterna con sus
bendiciones sin fin, desde ahora mismo y para siempre para la
eternidad venidera.

Ama el lugar santísimo de nuestro Padre celestial, desde el cual él
jamás mueve sus ojos santos por ninguna razón, pues ahí mismo te ve a
ti «libre de todo pecado y muerte», gracias a la sangre bendita y
milagrosa de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, el
único dominante amor posible para Israel y para las naciones. Porque
éste es el lugar escogido por nuestro Padre celestial desde la
fundación del cielo y la tierra, en donde vive su primer amor eterno y
Rey salvador de sus almas vivientes, el Rabino Yeshua jaMashíax de
nuestro Padre celestial para Israel y para las naciones, nuestro Señor
Jesucristo, para amarnos, perdonarnos y salvarnos infinitamente.

Además, nuestro Señor Jesucristo siempre permanece fiel en el mismo
lugar en donde nuestro Padre celestial lo puso para amar, perdonar,
sanar, bendecir a cada hombre, mujer, niño y niña con las bendiciones
sin fin de la vida eterna, en la tierra y así también en el nuevo
reino angelical de La Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo. Por
esta razón, Israel no puede decir jamás que su Dios y Salvador de sus
vidas no vive junto a ellos, sino todo lo contrario. Él siempre habita
en su mismo lugar de la gloria prometida a Israel, sobre todo lo alto
del monte santo de Sión, en el lugar en que nuestro Padre celestial le
asigno para nacer, para vivir, para cumplir el Espíritu Santo de los
mandamientos, y luego morir por todos, resucitando en el tercer día
para bien eterno de muchos.

Memorablemente, nuestro Señor Jesucristo siempre está con las doce
tribus de Israel como su único Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo resucitado, para seguir amándolos como siempre en estos
días y por siempre para la nueva eternidad celestial del nuevo reino
sempiterno porvenir aún sobre toda la tierra, para cumplir con la
voluntad de nuestro Padre celestial para siempre. Así pues, lo único
que tienen que hacer los que habitan en Israel y alrededor del mundo
entero, en estos días, es levantar sus ojos y verlo a él extendiendo
sus manos hacia cada uno de ellos día y noche como una cruz eterna,
para ser recibido en sus corazones y en sus vidas, para gloria y honra
santísima de nuestro Padre celestial.

Y esto es a partir de ahora: Para ser recibido en sus corazones por
amor, perdón, sanidad y salvación sin fin, llena de milagros y
maravillas de cada día en la tierra y en el cielo para siempre, para
servicio santo y eterno del nombre glorioso de nuestro Padre celestial
y de su Hijo amado, nuestro Rabino de siempre, ¡Yeshua jaMashíax!
¡Amén!

(El siguiente libro es muy bueno para volverlo a leer, por amor a la
verdad que descendió del cielo, para amarte, perdonarte, bendecirte y
entregarte vida eterna con sus ricas e infinitas bendiciones de cada
día y para siempre también, para tu nueva eternidad celestial.)

LA ENRAMADA SANGRIENTA SOBRE EL MONTE SANTO DE JERUSALEN TE MANIFIESTA
AMOR ETERNO:

A toda costa nuestro Padre celestial es conocido en Judá; en todo
Israel su nombre es exaltado grandemente a través de las generaciones,
por todos aquellos que aman la verdad, la justicia, la santidad y la
gloria infinita de su paz eterna para servicio de cada día de su
nombre muy santo y salvador. Por ello, en la ciudad del gran Rey está
su enramada sangrienta, los árboles cruzados de Adán y Eva, para
exponer su cuerpo santo con clavos y espinas, para derramar para todas
las generaciones venideras de su sangre santísima y sumamente
todopoderosa, redimiendo así: el corazón y el alma viviente de todo
hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera.

Por lo tanto, sobre el monte santo de Sión permanece su morada
sagrada, firme y sumamente gloriosa para miles de generaciones
venideras, para que los que tengan sed y hambre de amor, verdad,
justicia y santidad, pues entonces vengan a él, sin demora, para
satisfacer su hambre y saciar su sed, cuanto antes mejor, para vivir
por siempre la felicidad duradera. Ciertamente que nuestro Padre
celestial es conocido muy bien por Judá desde tiempos inmemoriales,
porque de ellos se abriga inicialmente la esperanza sin fin de que
sale para Israel y para las naciones: El Rabino Yeshua jaMashíax, el
Hijo de David, el único salvador posible para el espíritu humano de la
humanidad entera.

Pues en él circula por todo su corazón y cuerpo sacrificado “la sangre
bendita del holocausto eterno”, para no solamente liberarnos del mal
eterno sino también y desde ya, para llenarnos del Espíritu de amor y
de vida eterna de nuestro Padre celestial y de su Espíritu Santo, para
la eternidad venidera de glorias y santidades aún no alcanzadas por
nadie. Y éste ser santísimo de Israel es el único posible Rabino
Yeshua jaMashíax, nuestro Salvador Jesucristo, quien no solamente se
daría a conocer a los hijos de Judá poderosamente, sino también a todo
Israel con sus tribus dispersas, para que el nombre todopoderoso de
nuestro Padre celestial sea enaltecido grandemente, así como lo es en
el cielo con sus ángeles.

Y el lugar que nuestro Padre celestial escoge para dar a conocer su
nombre muy santo en Judá y en todo Israel también, sin duda alguna,
fue la ciudad de su gran Rey eterno, la ciudad de David y de su Hijo
prometido, el Rabino Yeshua jaMashíax, ¡nuestro Salvador Jesucristo!,
para que todos al fin vivan por siempre su amor eterno. Realmente,
nuestro Padre celestial hace toda ésta gran obra gloriosa con Israel,
desde Egipto y el desierto candente e infinitamente inamistoso para
todo ser viviente, para que al fin el corazón del hombre sea
infinitamente lleno de su amor eterno; porque esto es lo que Dios
quiere siempre, que su único amor sea conocido grandemente en todo ser
viviente para la eternidad.

Porque es necesario que todos vivan grandemente en sus corazones el
Espíritu bendito del gran amor vivo entre nuestro Padre celestial y su
Hijo amado, el Rabino Yeshua jaMashíax, para entonces volver a creer
en todas las verdades gloriosas de la nueva vida eterna, ya que sin
amor no se puede vivir jamás la verdad infinita, ¡la vida angelical
del cielo! Por ello, nuestro Padre celestial trae a todo Israel de su
gran escape de Egipto, cruzando el mar Rojo en seco para pararse
enfrente de la roca eterna del monte Sinaí, con el fin del darles a
beber del agua viva, la sangre libertadora, el Espíritu Santo de sus
mandamientos, y así al fin vencer el desierto con sus serpientes
mortales.

Porque desde el comienzo de todas las cosas en el reino de los cielos,
nuestro Padre celestial desea vencer grandemente a Satanás y a su
serpiente mentirosa, si tan sólo Adán y Eva humildemente comen y beben
de su Santa Cena del pan y el vino, el fruto del árbol de la vida
eterna, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax. Además, nuestro Padre
celestial hace todo esto por Israel y por el Espíritu de amor santo y
viviente de su unigénito, nuestro Señor Jesucristo, quien no solamente
empieza a vivir inicialmente en el corazón eterno de Abram sino
también de sus retoños por todos lados, para al fin alcanzar la paz y
la felicidad duradera de la vida eterna.

Porque, de otra manera, no es posible para todo hombre, mujer, niño y
niña de todas las naciones, comenzando con Israel, por ejemplo, de
alcanzar el Espíritu bendito del amor de Dios y de su Hijo Jesucristo
para vivir en eterna paz y gloria para siempre, en la tierra y en el
cielo, por ejemplo. Pues bien, Israel tenia que vencer a todo Egipto,
el mar Rojo, beber del agua viva, la sangre salvadora, de la barriga
herida de la roca eterna, para no solamente recibir el Espíritu Santo
de los mandamientos en el tercer día, sino también la misma vida
gloriosa del Rabino Yeshua jaMashíax, para vencer a la serpiente y sus
mentiras para siempre.

Aquí, nuestro Padre celestial lo que no pudo hacer con Adán y Eva en
el paraíso para vencer a Satanás y su serpiente mentirosa e
infinitamente malvada, entonces lo logra grandemente con todo Israel,
venciendo al fin paso a paso de la tierra salvaje a Satanás y su
serpiente en su propio terreno mortal, el desierto infernal, el
infierno abrasador de siempre. Y todo esto nuestro Padre celestial lo
hace siempre por amor al Espíritu bendito de la sangre gloriosa de su
Hijo amado, el Hijo de David, la cual se derrama abundantemente, como
el río Nilo, sin jamás escatimar su misma vida santísima por amor a
todo Israel y así también por amor infalible a las naciones de todos
los tiempos.

De otra manera, Israel no solamente no pudo vencer a Egipto y sus
labores crueles de cada día, sino que tampoco cruzaría el mar Rojo en
seco y por un camino santísimo, jamás caminado por nadie, para al fin
beber del agua viva, la sangre duradera, al pie de la roca eterna y
así amar por siempre a su rey Mesías. Porque la verdad es que nuestro
Padre celestial saca a Israel de Egipto con grandes poderes,
maravillas y señales increíbles de su nombre salvador, el nombre
glorioso de su Rabino Yeshua jaMashíax, para enseñarles a amar
grandemente a su nueva vida eternal, es decir, amar profundamente la
vida misma, la cual existe solamente entre él y su unigénito, ¡nuestro
Salvador Jesucristo!

Visto que, para servirle a él, de acuerdo a su voluntad santa, así
como su Espíritu Santo y sus huestes angelicales le aman desde tiempos
inmemoriales en la eternidad celeste, entonces sus corazones tienen
que estar llenos del Espíritu de vida eterna de su Rabino Yeshua
jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, para poder entonces
verdaderamente amarle y servirle a él incondicionalmente. Porque
nuestro Padre celestial anhela ser amado grandemente cada día, por el
corazón de cada uno de los hebreos y así también de los gentiles por
doquier: pero amado únicamente por medio del Espíritu glorioso de amor
y verdad eterna de su unigénito, para que las bendiciones, las
felicidades y las glorias de la paz abunden poderosamente en toda la
tierra.

Además, nuestro Padre celestial lo quería hacer así con los hebreos,
desde el comienzo de las cosas entre él, Abraham y el rey de Salem,
Melchisedec, para que entonces Israel nazca, pero saturado del
Espíritu Santo de amor y de agua viva, la sangre santificadora, para
el cumplimiento de los mandamientos, para por siempre entonces sólo
amarle y servirle a él infinitamente. Por lo tanto, al salir Israel de
Egipto sin el conocimiento del Espíritu Santo de amor, verdad y
justicia infinita de nuestro Padre celestial y de su Hijo amado,
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, entonces no podía conocer la
verdadera vida eterna que busca desde siempre sin jamás encontrarla,
aunque tropezara con ella en su camino de cualquier día.

Porque es nuestro Señor Jesucristo, el Rabino Yeshua jaMashíax, quien
no solamente conoce grandemente el Espíritu de amor, verdad, justicia
y santidad de nuestro Padre celestial, sino que también él mismo la
vive poderosamente a cada hora del día por amor a cada uno de
nosotros, para que seamos visto por nuestro Dios como verdaderamente
santos y dignos para la salvación eterna. En verdad, Israel vivía
inicialmente sin el Espíritu de amor de entre nuestro Padre celestial
y su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, lo que
significa que Satanás con su serpiente antigua del paraíso podía
entonces hacer cualquier cosa que quisiese con sus hijos en todo
Egipto, por el desierto y hasta en la misma tierra prometida, sin duda
alguna.

Empero, nuestro Padre celestial los podía seguir protegiendo siempre,
de cualquier artimaña del enemigo, Satanás y sus ángeles caídos, sí
solamente hacen memoria de la gran cantidad de sangre manifestada en
el río Nilo y, además, también cuando Moisés sacrifica el Cordero
escogido para untar su sangre protectora sobre el dintel y los dos
palos de las puertas de sus casas. Y nuestro Padre celestial ordena a
Moisés que instruya a todo Israel en esta nueva Ley, la cual no la
podían derogar jamás sino sólo cumplirla al pie de la letra en todos
los días de sus vidas por donde sea que fueren a vivir además de la
tierra prometida, por ejemplo, como hoy en día sucede por toda la
tierra.

Es decir, que nuestro Padre celestial, en este día, les otorga a todos
los hebreos el poder y el privilegio incondicional, de no solamente
degollar su Cordero escogido y untar el dintel y los dos palos de las
puertas de sus casas, sino también de hacer lo mismo en su enramada
sangrienta de Salem, presente Jerusalén, con su Rabino Yeshua
jaMashíax. Porque todo esto es poder sobrenatural que nuestro Padre
celestial les entrega religiosamente a los hebreos y sus familias,
comenzando con Moisés, para no solamente escapar de Egipto, vencer el
mar Rojo y hasta el mismo desierto infernal con el agua viva del
Sinaí, sino también para vencer al enemigo en la tierra prometida y
hasta en tierras lejanas, por ejemplo.

En otras palabras, nuestro Padre celestial les entrega poder absoluto,
poder que nunca muere ni puede ser vencido jamás, sobre todas las
artimañas de Satanás y de su serpiente malvada y mentirosa, para que
sigan viviendo por él mismo, delante de su presencia gloriosa en la
tierra prometida y aún más allá de tierras lejanas también, sin duda
alguna. Porque es en el espíritu de la sangre del Cordero escogido, en
donde verdaderamente está no solamente la vida eterna de su Rabino
Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, sino que también está o
existe grandemente el Espíritu de amor, verdad, justicia y santidad
sin fin entre él y su unigénito, para amar, perdón, bendición,
sanidad, salvación y felicidad de todo hombre.

Por lo tanto, sólo en éste espíritu de amor eterno entre él y su
unigénito, nuestro Señor Jesucristo, existe amor, perdón, bendición,
sanidad, felicidad y vida eterna para cada hombre, mujer, niño y niña,
para renacer y así vivir felizmente la nueva vida infinita de cada día
en la tierra y en La Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo.
Porque el holocausto que nuestro Padre celestial siempre desea y busca
incansablemente entre los hebreos, en verdad, es como ningún otro,
«lleno grandiosamente del Espíritu Santo del amor eterno entre él y su
unigénito», el cual no solamente los abriga a ellos con su Espíritu
Santo y sus huestes angelicales, sino también a nosotros en toda la
tierra y para siempre.

Entonces con esto lo que te estoy manifestando es que en el Espíritu
de amor entre nuestro Padre celestial y su unigénito, su Rabino Yeshua
jaMashíax, existe tu verdadera vida amorosa, para gozarla enormemente
cada día, la que buscas siempre sin encontrarla jamás, ni menos
tocarla: porque tú estás viviendo una vida que no es tuya, totalmente
rebelde hacia su Jesucristo. Y ésta vida oscura es una vida muerta,
que emana del árbol de la ciencia del bien y del mal desde el día en
que Adán y Eva comen del fruto prohibido para mal eterno de muchos,
por deducción, ésta es una vida pecadora y rebelde de cada día, la
cual empieza bruscamente en las mismas mentiras conocidas de la
serpiente antigua.

Por esta razón, nuestro Padre celestial desea que vuelvas a nacer,
pero no en el espíritu de las mentiras de Satanás y de la serpiente
antigua del paraíso, sino en el Espíritu Santo de amor, verdad,
justicia y santidad sin igual de su árbol de la vida, su enramada
celestial, su Rabino Yeshua jaMashíax, para que seas por siempre
feliz. Además, desde el día en que Israel sale de Egipto con apuros y
corriendo por todos lados, cruzando el mar Rojo por un camino seco
para pararse frente al Sinaí, llenándose hasta más no poder del agua
viva, la sangre poderosa, venciendo así el desierto infernal con su
serpiente con el fin de encontrarse de persona a persona con su amor
eterno.

Porque la verdad es que el amor eterno del cielo es el Rabino Yeshua
jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, pues así también con cada uno de
nosotros, en nuestros millares, en todas las naciones: —por eso
necesitamos acercarnos a nuestro Padre celestial con el reconocimiento
absoluto en nuestros corazones del amor eterno de su unigénito, para
empezar a vivir verdaderamente nuestras vidas. De otra manera,
nuestros corazones, almas, cuerpos y espíritu humano jamás sentirán
verdaderamente la vida -- la vida divina y gloriosa -- llena de amor y
ternura sin igual, en la cual nuestro Padre celestial nos crea
inicialmente conforme a su semejanza celestial para vivirla
grandemente con él, con su unigénito, con su Espíritu Santo y sus
ángeles creyentes.

Por esta razón, nuestro Padre celestial no solamente usa sus ángeles y
así también a los hombres, mujeres, niños y niñas para predicar estas
buenas nuevas de amor, perdón, bendición, sanidad y salvación infinita
llena del Espíritu Santo del agua viva de la sangre del pacto eterno,
para que nadie jamás muera sino que todos vivan para el amor eterno al
fin. En vista de que, sólo el Espíritu del Rabino Yeshua jaMashíax,
nuestro Salvador Jesucristo, es el verdadero amor que nuestro Padre
celestial no solamente le entrega inicialmente a Abram y su gente
primitiva, sino también a sus retoños por venir en futuras
generaciones, para que sólo vivan en ese amor infalible, el cual nunca
muere, para servicio infinito de su nombre santísimo.

En otras palabras, nuestro Padre celestial saca a Israel de Egipto
para entregarles poco a poco toda la vida, y sin escatimar nada de él
y de su vida gloriosa, de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, para que al fin vivan en su amor imperecedero en la tierra
prometida y en el nuevo reino angelical, para la eternidad. Es decir,
que nuestro Padre celestial jamás quiso para él un Israel sin amor
eterno, puesto que para Él un Israel sin amor, en sí, es un Israel
muerto en la eternidad, sin jamás tener la oportunidad de conocer la
paz y las glorias sin fin de la vida eterna, manifestada grandemente y
a cada hora en su Jesucristo resucitado.

Por eso, éste Israel sin amor de Egipto y de siempre, entonces nuestro
Padre celestial lo llena cada día de su mismo amor eterno, por los
poderes sobrenaturales de su palabra viva, desde lo alto del Sinaí,
desde lo alto de la serpiente de bronce clavada al palo de Aarón y
desde lo alto de la enramada sangrienta de Jerusalén. Por esta razón,
el evangelio de la salvación del hombre, el cual empieza inicialmente
bajo el umbral del dintel y los dos palos de la puerta sangrienta de
Salem, cuando el rey Melquisedec le sirve el pan y el vino de la Cena
del SEÑOR a Abram y sus hombres, entonces no cesa de anunciarse a
través de los tiempos.

Entonces éste amor único, sin igual e infinitamente amoroso, llega de
lleno a Israel por medio del vientre virgen de la hija de David, así
como el profeta Isaías lo anuncia inicialmente por el poder
sobrenatural del Espíritu Santo del SEÑOR, para que toda vida humana
entonces sea infinitamente libre de Satanás y de las mentiras crueles
de la serpiente antigua. En verdad, ésta nueva vida infinita tenía que
empezar en Israel libre de toda influencia del poder del pecado de
Satanás y de la serpiente antigua, para no solamente reemplazar la
vida pecadora de cada hombre, mujer, niño y niña, sino también
llenarla grandemente de amor inagotable de nuestro Padre celestial
hacia su Rabino Yeshua jaMashíax, ¡nuestro Señor Jesucristo!

Es decir, que nuestro Padre celestial nos ama grandemente a cada uno
de nosotros, en nuestros millares, desde la eternidad y hasta la
eternidad, no importando jamás cuan pecadores hayamos nacido en este
mundo, así como siempre él ha amado grandemente a su Rabino Yeshua
jaMashíax, el Hijo de David, para conocerle a él como nuestro gran
Padre celestial, para siempre. Porque, de otra manera, la vida
santísima de nuestro Padre celestial no puede existir en ellos ni en
ningún ser viviente en todos los lugares de la tierra, ni mucho menos
en el paraíso o en La Nueva Jerusalén del cielo, por ejemplo, como
existe desde siempre en cada uno de los ángeles, para gloria de su
nombre muy santo.

Entonces éste amor eterno, el cual nuestro Padre celestial le entrega
sin limite a Israel, desde su salida de Egipto, cruzando el mar Rojo
para pararse al pie del Sinaí y tomar agua viva de la barriga herida a
golpes por Moisés, para no solo beberla y hasta bañarse también, sino
para empaparse posteriormente del Espíritu Santo en el tercer día.
Puesto que, ésta agua viva, vertida de la roca eterna, para beberla y
limpiarse profundamente de toda contaminación del mundo, no solamente
es el Espíritu Santo de los mandamientos recibidos por Moisés en su
día, sino que también es la misma sangre viva y expiatoria del Rabino
Yeshua jaMashíax, nuestro Salvador Jesucristo, para beberla cada día y
por siempre.

Además, nuestro Padre celestial les da de beber de su agua viva que
vertía de la roca eterna del Sinaí, porque la sangre santa de su Hijo
amado, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, es verdadera agua viva como
ninguna otra en la tierra y el cielo, por ejemplo; es decir, también
que toda sangre está compuesta o enriquecida mayormente por agua viva.
Entonces cuando bebemos de la roca eterna o de la enramada sangrienta
de los árboles cruzados de Adán y Eva sobre el monte santo de
Jerusalén, ciertamente estamos bebiendo agua viva del mismo árbol de
la vida del cielo, para amar, para perdonar y así alcanzar la salud de
la vida eterna, en la tierra y en el paraíso, para siempre.

Porque éste Espíritu de vida, en sí, es vida santa descendida del
cielo y de parte de nuestro Padre celestial, para reemplazar la vida
pecadora en que nacimos inicialmente de Adán y Eva en el día que pecan
por creer a las mentiras terribles de la serpiente antigua, para mal
eterno de sus vidas y la de sus retoños, incluyendo a Jesucristo. Aquí
lo que nuestro Padre celestial hace es redimirnos grandemente sólo
para Él, de los males de Satanás y de las mentiras terribles de la
serpiente antigua, las cuales entraron en nuestras vidas por medio de
Adán y Eva, pero toda ésta salvación sólo posible con el Espíritu
Santo del amor y de la vida misma de su unigénito, ¡nuestro Señor
Jesucristo!

En otras palabras, nuestro Padre celestial no solamente nos redime del
pecado de Satanás y de las mentiras crueles de la serpiente antigua,
sino que también nos llena grandemente del Espíritu del agua viva, la
sangre amorosa de su Hijo amado, su Rabino Yeshua jaMashíax, para no
morir jamás sino vivir por siempre para la felicidad sin igual de cada
día. Por eso, necesitamos beber de la sangre de la roca eterna, como
agua viva, la cual es nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, para no
solamente purificarnos del mal, sino también para llenarnos de la vida
que sí ama verdaderamente a los suyos y a nuestro Padre celestial con
su Espíritu Santo sobre todas las cosas mundanas, para gloria de su
nombre santísimo.

Porque solamente con éste Espíritu de amor eterno, el cual nuestro
Padre celestial nos los comienza a entregar con Adán y Eva cuando les
decreta que coman del fruto de la vida y, posteriormente, nos los
vuelve a entregar cuando Melquisedec le sirve su Cena Santa de pan y
vino para que Abram coma con los suyos, para siempre. Entonces éste
Espíritu de amor de nuestro Padre celestial y de su unigénito, su
Rabino Yeshua jaMashíax, jamás se a aparta de ninguno de nosotros, por
ninguna razón: porque nuestro Padre celestial nos desea llenar
infinitamente del Espíritu Santísimo de amor, verdad, justicia y
santidad incomparable, el cual únicamente existe en él mismo por cada
uno de nosotros, para la eternidad.

Por lo tanto, no existe otro lugar más glorioso para nuestro Padre
celestial manifestar su gran amor eterno hacia cada uno de nosotros,
sino sólo sobre lo alto de la enramada sangrienta de Jerusalén, para
volvernos a retomar para él, pero sin el pecado de Satanás y las
mentiras crueles y terribles de la serpiente antigua en nosotros, por
ejemplo. Además, nuestro Padre celestial elige el monte santo de
Jerusalén para levantar a su unigénito, su Rabino Yeshua jaMashíax,
mucho más alto que cada uno de nosotros para siempre, porque sobre
ella está su enramada sangrienta, los árboles sin vida y cruzados de
Adán y Eva, formando así la cruz para derramar la sangre de la vida
eterna para la humanidad entera.

Pues ésta es Sión, la morada eterna de nuestro Padre celestial y de su
unigénito, nuestro Salvador Jesucristo, para vivir cada día y por
siempre en el Espíritu Santo de su amor sin igual: porque una vida sin
el amor santísimo de su unigénito, entonces nuestro Padre celestial no
la quiere ver jamás. Porque es el Espíritu de amor de su unigénito, su
Rabino Yeshua jaMashíax, es lo que nuestro Padre celestial busca a
cada hora en cada uno de nosotros, en nuestros millares, de todas las
razas, pueblos, ciudades, tribus, linajes y reinos, para así tener una
relación santa y cercana con nosotros, siempre llena de bendiciones
sin fin de todas las cosas.

Dado que, una vida sin el Espíritu de amor de su unigénito, entonces
para nuestro Padre celestial no solamente no tiene significado alguno
delante de su presencia santísima en el paraíso ni menos en la tierra,
sino que tampoco podrá amarlo, conocerlo, reverenciarlo debidamente
para servirle, en el espíritu y en la verdad infinita de su nombre
santísimo para la eternidad. Pues es en éste Espíritu de amor eterno,
en el cual nuestro Padre celestial siempre vive muy feliz desde
tiempos inmemoriales, disfrutando de su verdad, gloria, paz y santidad
infinita, como desde el comienzo de la fundación del cielo y la
tierra, y hasta aún mucho antes que creara al hombre en su imagen y
conforme a su semejanza celestial.

Por eso, sí realmente deseas conocer tu verdadera vida, la que debes
vivir ya en el reino angelical con tu Padre celestial y su Hijo
Jesucristo, el árbol personal de tu vida eterna, entonces sólo tienes
que llenarte del Espíritu Santo de su amor vivo, y esto lo podrás
lograr desde ya con tan sólo invocar su nombre con tus labios. Pues
escrito está: Todo aquel que invocare el nombre del SEÑOR en los
últimos días, entonces sus pecados les serán perdonados por amor a su
Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David, para que no muera más sino
que continúe viviendo y así pase a vivir de lleno en el amor eterno de
la nueva vida prometida del cielo.

Verdaderamente, éste es un Espíritu muy santo, el cual no morirá jamás
en el cielo ni aún en toda la tierra, porque nuestro Padre celestial
decide inicialmente que sea así a cada hora del día y por siempre en
la eternidad venidera de su nuevo reino sempiterno, como en su Nueva
Jerusalén santa y gloriosa del más allá. Además, nuestro Padre
celestial decide que sea así con cada uno de los que le aman a él, en
el espíritu y en la verdad absoluta de su Rabino Yeshua jaMashíax,
porque su amor eterno por su unigénito jamás morirá así como la
escritura y su Ley viva en el corazón de sus criaturas, ángeles y
hombres.

Por lo tanto, el Espíritu Santo de su amor vivo por ti y por los tuyos
no morirá jamás en esta vida ni en la venidera eternamente y para
siempre, porque nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor
Jesucristo, jamás podrá morir más en la eternidad, sino que seguirá
reinando para ángeles y para hombres de todos los tiempos y para
siempre. Pues ésta es la seguridad infinita que abrigan nuestros
corazones a cada hora del día, de que nuestro Señor Jesucristo no
solamente resucita en el tercer día, venciendo el mal eterno de
Satanás y de la serpiente antigua en Adán y en cada uno de nosotros,
sino que también sigue viviendo por nosotros desde aquel momento en el
nuevo reino angelical.

Ahora, tú te preguntaras a ti mismo, por ejemplo: ¿Cómo es eso de que
el Señor Jesucristo no puede morir jamás? Cuando sabemos que nuestro
Redentor fue colgado con clavos sobre los árboles cruzados de Adán y
Eva sobre el monte santo de Jerusalén, para fin del pecado y así se
cumpliera el Espíritu Santo de los Diez Mandamientos de Israel y de
Moisés, para entonces vivir la verdadera vida eterna de cada hombre,
mujer, niño y niña de toda la tierra.

Pues la verdad es que nuestro Señor Jesucristo sí fue colgado sobre la
enramada sangrienta de Jerusalén, pero quien realmente muere
sangrando, cuando nuestro Señor Jesucristo moría colgado en su
enramada de palos cruzados de Adán y Eva, en sí, es cada uno de
nosotros, en nuestros millares, de todas las familias, razas, pueblos,
linajes, tribus y reinos de la tierra. Así fue, nuestro Rabino Yeshua
jaMashíax, el Hijo de David, muere la muerte de cada hombre, mujer,
niño y niña de todas las familias de la tierra, comenzando con la Casa
de Israel, por ejemplo, para que ya no tengan que sufrir ni morir más
en el más allá, ya sea en el infierno o en el lago de fuego.

Sin embargo, nuestro Señor Jesucristo muere por nosotros clavado sobre
la enramada sangrienta de Jerusalén, porque el mismo Espíritu Santo de
amor que entra en el vientre virgen de la hija de David lo resucitaría
posteriormente en el tercer día, para escapar del pecado y cumplir con
la Ley para bien eterno de todos nosotros para miles de generaciones
venideras. Por eso, con nuestro Señor Jesucristo viviendo en nuestros
corazones y confesando su nombre milagroso en el momento de oración
delante de nuestro Padre celestial, entonces no solamente escapamos el
pecado sino que cumplimos con toda verdad, justicia y santidad sin
igual, por lo tanto somos legítimamente aptos para entrar a La Nueva
Jerusalén santa y gloriosa del cielo.

En donde, cada hombre, mujer, niño y niña de todos los tiempos de la
humanidad entera, al fin encuentra frente a frente al que los ama
grandemente, aún mucho más que todas las glorias mayores del reino de
los cielos y su infinito inmensurable del universo y del más allá,
también, por ejemplo, para toda la eternidad venidera. En verdad, éste
Espíritu de amor eterno, el cual nuestro Padre celestial siente por
cada uno de nosotros, no es mayor o menor del amor que siente
grandemente por su Hijo Jesucristo, su Rabino Yeshua jaMashíax, y su
Espíritu Santísimo en cada uno de nosotros, comenzando con Adán y Eva,
sino que es el mismo para toda la eternidad celestial.

En realidad, todos cambiamos, de una manera u otra, pero el Espíritu
de amor entre nuestro Padre celestial y su unigénito, el Rabino Yeshua
jaMashíax, jamás cambia sino que sigue siendo el mismo amor fiel de
siempre para con cada uno de nosotros, de los que creemos en nuestros
corazones y confesamos con nuestros labios su nombre grandemente
salvador. Es más, todos cambiamos para vivir, para morir y para
resucitar, pero el Espíritu Santo del amor eterno entre nuestro Padre
celestial y su Hijo Jesucristo jamás cambia, ni podrá morir en la
eternidad para siempre, porque proviene de nuestro Padre celestial
para la eternidad—por eso el fundamento inicial de nuestra vida es el
amor eterno, ¡nuestro Salvador Jesucristo!

Pues como declara la Escritura universalmente: Porque de tal manera
amo Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
en él crea no se pierda jamás, sino que al fin encuentre el amor y la
vida eterna en la tierra para entrar a la nueva vida infinita de su
nuevo reino angelical del cielo. Porque nuestro Padre celestial no
envía a su Hijo amado, su Rabino Yeshua jaMashíax, al mundo para
condenar al hombre, sino para salvarlo de los poderes terribles de
Satanás y de las mentiras crueles de la serpiente antigua, para que al
fin alcance el amor y la vida eterna: Y esto es alcanzar a su Hijo
amado, ¡nuestro Salvador Jesucristo!

Por ello, nuestro Padre celestial es conocido en Judá; y el nombre
salvador de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, es
conocido también grandemente en estos días en Israel y en todas las
naciones, para volver amar, para perdonar, para sanar, para renacer
hacia una vida santa y verdadera en la tierra y en el paraíso, para
siempre. Porque su enramada sangrienta está levantada victoriosa sobre
el monte santo de Salem, en Israel y en el paraíso, como el árbol de
la vida, por ejemplo, para que todo aquel que tenga hambre y sed de
amor, justicia, verdad y santidad sin igual, entonces se acerque a su
Salvador y se sacie en todo lo que necesite cada día.

Por eso, su morada es Sión, para los que aman grandemente a nuestro
Padre celestial y a su Espíritu Santo por medio de la vida gloriosa y
sumamente honrada de su unigénito, su Rabino Yeshua jaMashíax,
¡nuestro Señor Jesucristo! La enramada sangrienta sobre el monte santo
de Jerusalén te emana tanto amor que no se acuerda de ninguno de tus
pecados y rebeliones, sino que sólo sabe perdonarte, sanarte,
bendecirte grandemente, para que goces desde ya tu felicidad sin igual
del cielo; ámala, y te enseñara milagrosamente cuanto te ama en la
tierra y aún más allá de la eternidad celestial. ¡Amén!

El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre celestial y de su Jesucristo
es contigo.


¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Señor, nuestro Padre celestial, de todo corazón, en el
nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras
almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y
honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el
cielo, también, para siempre, Padre celestial, en el nombre de tu Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo.

LAS MALDICIONES BIBLICAS, para los que obran maldad día y noche,
(Deuteronomio 27: 15-26):

“‘¡Maldito el hombre que haga un ídolo tallado o una imagen de
fundición, obra de mano de tallador (lo cual es transgresión a la Ley
perfecta de nuestro Padre celestial), y la tenga en un lugar secreto!’
Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que le reste importancia a su padre o a su madre!’ Y
todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que cambie de lugar los limites de propiedad de su
prójimo!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que desvié al ciego de su camino!’ Y todo el pueblo
dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que falsee el derecho del extranjero, del huérfano y de
la viuda!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, porque
descubre la desnudes de su padre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que tenga contacto sexual con cualquier animal!’ Y todo
el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con su hermana, hija de su padre o hija
de su madre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con su suegra!’ Y todo el pueblo dirá:
‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que a escondidas y a traición hiera de muerte a su
semejante, sin causa alguna!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que acepte soborno para matar a un inocente, sin causa
alguna!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que no cumpla las palabras de esta ley, poniéndolas por
obra en su diario vivir en la tierra!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la
verdad y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la
omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la voluntad
perfecta del Padre celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto
tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine,
cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos
con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre
las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a
la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está
aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en
Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los
males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible
de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en
la vida de cada uno de los tuyos también, para la eternidad del nuevo
reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en
día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus
ángeles santos. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada
palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición
terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada
majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con
todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y
de la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y de su
Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las
naciones!

SÓLO ÉSTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu
corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la
tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde
los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del
reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: “No tendrás otros dioses delante de mí”.

SEGUNO MANDAMIENTO: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la
maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la
cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia
por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos”.

TERCER MANDAMIENTO: “No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios,
porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano”.

CUARTO MANDAMIENTO: “Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será
sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el
forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová
hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y
lo santificó”.

QUINTO MANDAMIENTO: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”.

SEXTO MANDAMIENTO: “No cometerás homicidio”.

SEPTIMO MANDAMIENTO: “No cometerás adulterio”.

OCTAVO MANDAMIENTO: “No robarás”.

NOVENO MANDAMIENTO: “No darás falso testimonio en contra de tu
prójimo”.

DECIMO MANDAMIENTO: “No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo”.

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos
males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos,
también. Hazlo así y sin más demora alguna, por amor a la Ley santa de
Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos
desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú
no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los
tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días
de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy.
Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que
sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada
una de sus muchas familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos
juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia
santa del Padre celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras
almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de
tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu
reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la
tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque sí perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial
también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y
la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ”.
Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS
TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y
su MUERTE.

Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer
día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu
vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁS TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL
SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un
pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su
SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi
pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi
SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Sí tu respuesta fue Sí, entonces esto es solo el principio de una
nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios,
orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El
ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en
un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema
autoridad. Habla de Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de
Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su
palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en
gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata
a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con
frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para
que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que
te goces en la verdad del Padre celestial y de su Hijo amado y así
comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de
Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es
la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la
tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras
almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: “Vivan
tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén”. Por causa de mis hermanos y
de mis amigos, diré yo: “Haya paz en ti, siempre Jerusalén”. Por causa
de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra:
imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de
Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que
respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso!
Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de
todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor
al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y
como siempre, para la eternidad.





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http://radioalerta.com
Bert Olton
2010-02-23 07:57:11 UTC
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Another good argument for a moderator.

Bert
--
Si vis pacem, para bellum. To all who have served or are serving the
cause of freedom whether in peace or in war at home or abroad, thank
you. "Everyone has a plan until they've been hit", Joe Lewis. "Let's
roll!", Todd Beamer, United Airlines Flight 93, September 11, 2001.
Pandeism Fish
2010-03-09 20:12:46 UTC
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Post by Bert Olton
Another good argument for a moderator.
Bert
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Si vis pacem, para bellum.  To all who have served or are serving the
cause of freedom whether in peace or in war at home or abroad, thank
you. "Everyone has a plan until they've been hit", Joe Lewis.  "Let's
roll!", Todd Beamer, United Airlines Flight 93, September 11, 2001.
I don't speak Spanish, but I believe it is calling on people to reject
the false poop(?) of Christianity and lick the knees of Godzilla....
Bert Olton
2010-03-11 22:55:50 UTC
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Post by Pandeism Fish
I don't speak Spanish, but I believe it is calling on people to reject
the false poop(?) of Christianity and lick the knees of Godzilla....
lol...

Bert
--
Si vis pacem, para bellum. To all who have served or are serving the
cause of freedom whether in peace or in war at home or abroad, thank
you. "Everyone has a plan until they've been hit", Joe Lewis. "Let's
roll!", Todd Beamer, United Airlines Flight 93, September 11, 2001.
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